Mapa de la 7°, 8° y 9° región (Maule, Bio Bio y Araucania respectivamente), Chile, que comprende el terreno de los sucesos en la famosa "Guerra de Arauco" entre Españoles e indios de la región.
1) El nuevo poema épico.
Una de las características principales de los poemas épicos es la de narrar las hazañas de un pueblo y en forma más específica la de un héroe que represente las aspiraciones nacionales de ese pueblo; la naciente literatura hispanoamericana colonial rompió con ese modelo al publicar, en 1574, en la ciudad de Madrid, el poema La Araucana. Su autor Alonso de Ercilla y Zúñiga, planteó un enigma: un poema épico sin protagonista. De acuerdo con Fernando Alegría el enigma no sería tal, no se trataría de un poema sin protagonista, sino por el contrario, su protagonista sería colectivo, el pueblo español y el pueblo mapuche estrechados en un mortal combate, la Guerra de Arauco.
[Texto recuperado de la página de la Biblioteca Nacional de Chile]
La Enciclopedia Británica la considera como el mayor Canto épico sobre la Conquista Española. Agrega que su mérito es la descripción de las luchas con los aborígenes y su falla la desigualdad poética.
Voltaire emite una opinión singular. Compara a Colo Colo, el anciano consejero de los caciques en pugna, que los insta a la paz y a la unión, con Néstor de La Ilíada.
[Carlos Ruíz-Tagle en su advertencia a la introducción de Pehuén].
2) Fidelidad histórica.
En el momento en que llega a Chile y en una de las muchas intervenciones del narrador de La Araucana, este se dirige a su señor, el rey Felipe, y le asegura que ha procurado preservar la “verdad desnuda de artificio” (XII.73.3). Afirma así que en su relato inicial de los hechos que principiaron la conquista se ha servido de fuentes de uno y otro bando con el fin de respetar la imparcialidad que se espera de un historiador.
[Lara Vilà, en su reseña a La Araucana en la edición de Luis Gómez Canseco. https://studiaaurea.com/article/view/v16-vila]
Nadie supera en calidad al autor mismo para dar testimonio irrefragable de la naturaleza esencial de su obra. D. Alonso de Ercilla se propuso cantar los hechos de los esforzados españoles, que sujetaron al yugo la no domada cerviz de Arauco, y las temerarias y memorables empresas de sus naturales, por ser proporcionada la estimación de los vencedores a la reputación propia de los vencidos […]. Repetidas veces dijo con explícitas frases, que iba la verdad sin corromper y desnuda por completo de artificios, de fingimientos y de poéticos adornos: a menudo echó de ver que su escritura se resentiría quizá de trabajosa y de larga, por ir tan arrimado a la verdad y tratando siempre de una misma cosa, y por ser malo de un terrón sacar zumo: a sus ojos parecían como pintados los cuidados y contentos, que no son de amores, ocurriéndole qué gusto hubiese recibido y dado con andar por campos y jardines, y elegir flores olorosas, y entretejer fábulas deleitables; pero metido tan adentro de voluntad propia en escenas de batallas, horrores, muertes y destrozos, se creyó sin arbitrio para suspender la obra empezada con el buen celo de que de tanto valor quedase perpetua memoria. Algo introdujo maravilloso, para dar amenidad a su libro, por medio de visiones en sueños y de la ida a la cueva del hechicero Fitón dos veces; cuyas licencias poéticas son demostración acabada y palpable de la vocación especial que de historiador tenía Ercilla, no permitiéndoselas más que para hacer la descripción que para hacer la descripción del mundo y para pintar las celebérrimas batallas de San Quintín y de Lepanto.
[D]ominó por completo la materia de La Araucana: y compuso un excelente libro histórico de buena poesía, donde el arte de contar está llevado a perfección maravillosa, no alcanzada ni de lejos por ningún otro poeta ni prosista de entonces, y cuya dicción es tan pura que rara frase o voz se encontrarán allí usadas en distinto sentido que ahora. Por consiguiente D. Alonso de —LXVII→ Ercilla y Zúñiga figura entre los primeros clásicos españoles, a la par de Fray Luis de Granada y Miguel de Cervantes; y entre nuestros más estimables libros se contará La Araucana, mientras la hermosa lengua de Castilla suene en labios de hombres, y mientras sea base principal de crítica sana el buen gusto.
[Antonio Ferrer del Río, recuperado de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Texto aquí]