1) Sobre Valdés
La escasez de datos para documentar la vida de Valdés no es casual. Vivió en tiempos para él difíciles y su posición fue delicada. Nuestro autor aparece peculiarmente colocado al margen de las grandes líneas y de los grandes tópicos historiográficos. Incluso la etiqueta de erasmista, en lugar de aclarar las cosas, ha servido a veces para simplificar o encubrir su verdadera personalidad. Su mismo cargo oficial como agente del emperador no sabemos cuánto tiempo duró y si llegó en algún momento a satisfacerle. La posición de su hermano Alfonso, secretario de Carlos V, aparece mucho más clara y coherente. Los juicios sobre la persona de Juan están hoy muy lejos de la unanimidad.
[Introducción de Cristina Barbiolini a la edición de Alianza, p. 35]
Se sabe que la formación académica de Juan de Valdés (ca.1509-1542) transcurrió en Alcalá de Henares y que, a partir de 1528, sostuvo una intensa correspondencia con Erasmo de Rotterdam. Por esa época también estuvo al servicio del marqués de Villena. En 1534 se traslada a Italia, donde radica hasta el final de su corta vida. En Roma y en Nápoles se desempeñó como agente político del emperador Carlos V durante un breve lapso, pues fue víctima de la reacción antierasmista de la época. Además de la obra aquí tratada, Valdés escribió, siendo muy joven, el Diálogo de doctrina cristiana (1529), y más tarde el Alfabeto cristiano (1536), su obra más conocida, así como numerosos estudios de carácter exegético sobre textos piadosos y traducciones de algunos pasajes de la Biblia.
[Juan de Valdés, Diálogo de la lengua. A diplomatic edition. Ed. by K. Anipa. The Modern Humanities Research Association, Cambridge, 2014; 133 pp. (Critical Texts, 38) https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=60248434008]
2) Nebrija: tradición e innovación.
La función del Diálogo de Valdés responde a un fin eminentemente práctico conciliando en su sistema la política imperial, la doctrina de Erasmo y la religiosidad reformista en un mundo europeo. Es este sentido renacentista de valoración de la lengua, con el Cardenal Cisneros y Erasmo en su labor en la Universidad de Alcalá de Henares y la Políglota Complutense, que conforman el paisaje del humanismo español, influido también por el humanismo italiano. Fruto de esta nueva actitud, fue la Gramática castellana de Antonio de Nebrija (Salamanca, 1492) [que nosotros presentamos en este mismo volumen] que es la primera que se realiza en una lengua romance, anticipándose a las Prose della volgar lingua, del cardenal Pietro Bembo (Venecia, 1525). El Renacimiento se apoderó de esta forma expositiva, en esa importante vertiente pedagógica, en la vía del diálogo doctrinal, de la didáctica (del griego didaskein, “enseñar”) como se aprecia en esta obra, en la que el propio autor, Juan de Valdés, quiere invitar al diálogo, presentando animadamente el haz y el envés de las cuestiones haciendo intervenir también el factor artístico. A Valdés sólo le interesa que sus seguidores entiendan bien lo que les quiere decir. El Diálogo de la lengua va a representar dos vías muy claramente definidas: por un lado esa preocupación lingüística y aquí reside esa funcionalidad del Diálogo, manifestada ya en Nebrija, y por otro lado, como afirma Marcio, uno de los interlocutores del Diálogo: “porque como veis, ya en Italia, así entre damas como entre caballeros, se tiene por gentileza y galantía saber hablar castellano”. Está respondiendo también al símbolo renacentista de una lengua acompañando al Imperio.
[Texto de Ma. Dolores Madrid Gutiérrez, Juan de Valdés y su Diálogo de la lengua. Un testimonio histórico del estado de la Lengua Española durante el primer tercio del siglo XV. Universidad Complutense de Madrid. https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/aepe/pdf/coloquio_2012/coloquio_2012_15.pdf]
3) Religión y lenguaje
El Diálogo de la lengua, con su airoso desarrollo, con su sustancia profana, podría parecer un paréntesis sosegado en una vida de inquietudes religiosas y de dificultosa actividad evangelizadora. Y en este caso nada hay menos cierto: el problema de la lengua está muy fuertemente vinculado al religioso. Así es en toda la Reforma: en ésta las Escrituras ya no son textos inasequibles que llegan a los fieles sólo mediatamente, a través de la interpretación admitida, sino palabra viva de Dios dirigida directamente a todos, a la cual conviene acercarse de un modo directo, traduciéndola e interpretándola.
[Introducción de Cristina Barbiolini a la edición de Alianza, p. 45-46].
4) La riqueza de la lengua española
En el Diálogo de la lengua, Juan de Valdés se introduce como el personaje central que conduce la plática sostenida con sus amigos napolitanos, quienes, deseosos de conocer las características del idioma español y sus diferencias con el italiano, le solicitan responda numerosas preguntas, a lo que accede con gusto. Su forma de explicar y abundar en los diferentes temas que van sugiriendo Marcio, Coriolano y Torres, personajes que intervienen en la disertación, es llana y espontánea e, incluso, en ocasiones, manifiesta su ignorancia sobre algún aspecto en particular. El Diálogo de Valdés es una especie de introducción general a la lengua castellana. Toca temas como su procedencia latina; las influencias de otros idiomas que han ido incorporándose a ella en el transcurso del tiempo, por ejemplo: el griego, el árabe —recordemos que había nacido en Cuenca, que, con Toledo, era una de las zonas más arabizadas— y el hebreo; advierte el distinto origen del vasco respecto a las demás lenguas y las diferencias que existen entre el catalán y el portugués. Asimismo se detiene en los refranes, a los que acude con gran libertad para ejemplificar ciertos aspectos que va desarrollando y a los que concede importancia relevante como patrimonio lingüístico. Con ese tono personal, que resulta una de las características distintivas y atrayentes de la obra, al ocuparse de asuntos literarios manifiesta su agrado por la poesía de Juan de Mena y por las coplas de Jorge Manrique, ensalza el Amadís de Gaula del compilador y adaptador Garci Rodríguez de Montalvo y La Celestina, que gozó de innumerables ediciones. Aunque Valdés considera que el castellano resulta igual de elegante y gentil que el italiano, estudiado por Pietro Bembo, señala también que es más vulgar, es decir, que no ha gozado de la misma calidad literaria que aquél; no obstante, advierte que su lengua materna tiene una gran riqueza léxica y que, incluso, ha estado menos sujeta a la corrupción, pues sus formas lingüísticas resultan más próximas a las etimologías latinas de donde procede.
[Juan de Valdés, Diálogo de la lengua. A diplomatic edition. Ed. by K. Anipa. The Modern Humanities Research Association, Cambridge, 2014; 133 pp. (Critical Texts, 38)]