Historia verdadera de la conquista de la Nueva España

Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España

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Busto de Bernal en Medina del Campo (Valladolid). Recuperado de;: https://clasicoshistoria.blogspot.com/2015/10/bernal-diaz-del-castillo-verdadera.html

1) Bernal.

Nació en Villa del campo, en la última década del siglo XV. Él mismo indica ser hijo del regidor Francisco Díaz del Castillo y de María Díez de Rejón. De su padre comenta que fue apodado El Galán, por su buena presencia. En una carta a Felipe II le recuerda como regidor de la villa de Medina. El apellido “Del Castillo” no lo utilizó sino cuando se estableció en Guatemala y fue consciente de su autoridad y categoría (C. Sáez de Santamaría).

Sus estudios no fueron más allá del aprendizaje de las primeras letras, algunos historiadores como Prescott subrayan su incultura y su vanidad, si bien queda indemne el valor épico de su prosa, ensalzada por Menéndez Pelayo. Por el contrario, debió de aprender muy joven el manejo de las armas

[Texto de Rocío Oviedo Pérez de Tudela en https://dbe.rah.es/biografias/5899/bernal-diaz-del-castillo]

Descubridor y conquistador:

Se preciaba de haber sido descubridor de la misma Nueva España, puesto que había participado en la primera expedición, en 1517, a las órdenes de Francisco Hernández de Córdoba. Y muchas veces reiteró haber estado luego en la armada de Juan de Grijalva que tocó playas mexicanas en 1518. Por fin, en la que encabezó Cortés fueron —según lo expresa— innúmeras las acciones en que tomó parte, hasta la derrota azteca y después, también al lado de don Hernando en su expedición a Honduras, y por Veracruz, Tabasco y Chiapas.

[Introducción a la edición de Miguel León Portilla]

2) Historia verdadera, búsqueda de justicia

Como otros conquistadores, Bernal había hecho probanza escrita de sus méritos y servicios. Exhibiendo cuál había sido su parte en la conquista de la Nueva España, solicitaban ellos recompensa de la Corona. Bernal había proseguido en sus demandas, pues, entre otras cosas, se había visto desposeído de unos pueblos de indios que tenía encomendados. Podría decirse que su destino fue batallar la mayor parte de su larga vida, primero con los indios y luego con los oficiales reales que le negaban o posponían lo que él creía merecer.

[…]

Mucho se ha debatido sobre qué le movió a escribir y por qué siguió escribiendo a lo largo de tanto tiempo. Se ha afirmado en ocasiones que, más que historia, su memorial fue una nueva y muy larga relación de méritos. Han proclamado otros que sobre todo escribió para contradecir al capellán de Cortés, el humanista Francisco López de Gómara, personaje que no conoció México, y en 1552 sacó una Historia de la conquista de México.

[Introducción a la edición de Miguel León Portilla]

3) Historia y memoria

En el año 1568 a los setenta y tres de su edad, Bernal Díaz del Castillo cierra su narración y envía una copia al Consejo de Indias. La había empezado dieciséis años antes, cuando leyó, indignado, la crónica «oficial» de la conquista de México que, por encargo de Hernán Cortés y sin haber pisado la Nueva España, había redactado Francisco López de Gómara. Enmendó y glosó incansablemente la copia que se quedó, a lo largo de una década y media más (moriría en 1584 añadiendo detalles y nombres, completando descripciones y caracteres, u omitiendo escenas torpes o indecorosas…

Quiere rendirles homenaje y hacerles justicia con su crónica, pero con sus medios, porque, como confiesa enseguida, no es un hombre de letras, no es «latino»; no sabe escribir «razones hermoseadas ni policía dorada que suelen componer los que han escrito, sino todo a las buenas llanas, y que debajo de esta verdad se encierra todo bien hablar». Salta enseguida a la vista la argucia: la sencillez de estilo, reflejo de la inmediatez con que vivió los hechos y de la humildad con que se nos presenta en su condición de soldado y cronista quiere presentarla como correlato de la verdad.

[de la edición de Guillermo Serés: https://www.rae.es/sites/default/files/hojear_historia_verdadera_de_la_conquista_de_la_nueva_espana.pdf]

4) La honesta falsedad de Bernal

Imagino a un Bernal algo viejo (comenzó la narración a los cincuenta y siete años, termino su primera redacción a los setenta y tres, y realizó la revisión desde ese momento hasta su muerte), o al menos algo alejado de los hechos que vivió, sentado, narrando la historia de la conquista a un secretario o escriba. Con la vejez le vino la ceguera y, al no poder voltear a ver el mundo, imaginaba su pasado y las grandes hazañas que vivió y contempló.

Como todos, mientras Bernal recordaba y narraba los sucesos más importantes de la conquista, venían a su memoria detalles, chismes, desviaciones de la historia principal por las que —y esto es un detalle valioso al leerlo— se desvía y vaga, pero siempre volviendo al hilo central de la conquista(y, cabe decir, siempre aportando información importante a ella, aunque a primera vista parezcan un sinsentido).

Pero la memoria de Bernal, como la nuestra, falla. Tiene recuerdos de cosas que no sucedieron (o al menos que no sucedieron exactamente como él recuerda), olvida sucesos importantes y, sobre todo, recuerda hechos con distintas disposiciones. Es casi imposible no recordar a las personas que queremos con cierta grandeza; al hablar de ellas, ensalzamos nuestras palabras, exageramos sus proezas y exaltamos sus virtudes. Esto mismo le pasa a Bernal. Él quería ser fiel a la verdad —de ahí el Verdadera de su título—, presentándose como testigo de primera mano de aquello que narra, pero inconscientemente le guardaba una mayor lealtad a su gran héroe, a su capitán y líder, Hernán Cortés.

Por la manera y momento en que Bernal redactó la historia, uno puede sospechar de la fidelidad que tiene a los hechos, a la realidad, pero no de la fidelidad que guarda a la verdad; Bernal era un “mentiroso” honesto. Su memoria traiciona a los hechos, pero su palabra no traiciona a la verdad —no así, a la realidad. Bernal suele ser exacto en su historia; pero de cuando en cuanto tiene “errores honestos”, pues la memoria, que a veces parece tener vida propia, le traía a la cabeza imágenes, sucesos e impresiones que no fueron así, pero que en la narrativa de la conquista —es decir, en la narrativa de su propia vida— para él tenían todo sentido y expresaban toda verdad.