Fray Luis de León
1) Vida de Fray Luis.
Fray Luis de León nace, probablemente, en 1528. Profesa como monje agustino en Salamanca, en 1544. Estudia en 1556-1557 en Alcalá de Henares, donde conoce al gran escriturario Cipriano de la Huerga. La Biblia se constituirá desde su juventud en libro de lectura y estudio constantes. Hacia 1561 compone la Exposición al Cantar de los Cantares, obra que tantos sinsabores le produjo, y que no se publicará hasta 1798. Fray Luis quiere desentrañar las dificultades que el texto bíblico ofrece en su corteza, en su letra, como fundamento ineludible para elevarse hasta el sentido místico de este libro sapiencial. En ese año de 1561 obtiene en la Universidad de Salamanca la cátedra de Santo Tomás, de carácter teológico. Así su vida se inserta en el tráfago universitario, del que ya nunca se liberará. El 27 de marzo de 1572 es conducido a la cárcel de la Inquisición de Valladolid, acusado de varios delitos: esencialmente, de expresar algunas críticas al texto latino de la versión bíblica de la Vulgata, y de haber escrito una traducción y comentario del Cantar de los Cantares… No saldrá libre de prisión hasta diciembre de 1576. En esos años, fray Luis escribe copiosamente para defender su inocencia, y testimonia el hondo sufrimiento que desgarra su alma.
[De la introducción de Antonio Ramajo Caño a la edición de la RAE]
ESTAMOS ante una de las figuras mejor situadas y más armónicas de nuestra literatura, que, con Cervantes y San Juan de la Cruz, ha conseguido la suma más unánime de glorificaciones, después de una vida dramática, en que el poeta se siente tierra aprisionada y deja escapar intermitentemente la dolorida voz de su deseo.
En torno a Fr. Luis el aire se serena y viste de hermosura y luz no usada. Le rodea como un aire musical, que se traspasa al que le contempla, y le comunica la íntima simpatía de su pena, de cuando, acometido del traidor torbellino, en medio del camino, lento y amargo, se le quiebran las alas de su vuelo, y, a la vez, le comunica asimismo esa inefable serenidad lograda, ese ardoroso ímpetu de liberación y altura que emergen de la vida y de los escritos de Fr. Luis de León. como una marea viva que nos gana y penetra el corazón y el pensamiento.
[Prólogo a la edición de la BAC]
2) Cantar de los cantares de Salomón y respuesta
Cosa cierta y sabida es que en estos Cantares, como en persona de Salomón y de su Esposa, la hija del rey de Egipto, debajo de amorosos requiebros explica el Espíritu Santo la Encarnación de Cristo y el entrañable amor que siempre tuvo a su Iglesia, con otros misterios de gran secreto y de gran peso. En este sentido espiritual no tengo que tocar, que de él hay escritos grandes libros por personas santísimas y muy doctas que, ricas del mismo Espíritu que habló en este Libro…
Solamente trabajé en declarar la corteza de la letra, así llanamente, como si en este Libro no hubiera otro mayor secreto del que muestran aquellas palabras desnudas y. al parecer, dichas y respondidas entre Salomón y su Esposa, que será solamente declarar el sonido de ellas, y aquello en que está la fuerza de la comparación y del requiebro; que, aunque es trabajo de menos quilates que el primero, no por eso carece de grandes dificultades, como luego veremos.
[Prólogo del mismo Fray Luis]
3) Carta dedicatoria a la Madre Priora Ana de Jesús y Apología de los libros de Santa Teresa de Jesús
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Es muy posible que esta Dedicatoria, dirigida a Ana de Jesús pero también a la «demás de su orden» sea una manera de mostrar por parte de fray Luis que, al cabo, la obra estaba destinada a seres verdaderamente desasidos del mundo y que por ahí el maestro salmantino intentase salvar toda objeción concerniente a la traducción de un texto bíblico directamente del hebreo, 13 al mismo tiempo que profundizase en esta vía de desasimiento conducente al éxtasis doloroso que aprende al final de su vida a través del pensamiento teresiano y de la experiencia de vida carmelitana. Ana de Jesús, depositaria del manuscrito, fue, además, la primera lectora de la Exposición del libro de Job y la leyó con el ardor que le llevó a escrutar y valorar la belleza y el mensaje espiritual del libro que ella y «las de su orden» habían en parte propiciado.
[ Mª Pilar Manero Sorolla. Ana de Jesús y Fray Luis de León. En tomo a la Dedicatoria de la Exposición del libro de Job. UNIVERSIDAD DE BARCELONA]
Ya al comienzo del texto, Luis de León se presenta como valiente defensor de la obra de Teresa y se propone exponer las razones que le guían para luchar contra los reparos doctrinales que “algunos, según he oído -escribe-, por no saber más, o por parecer que saben, o por respetos de emulación, han hablado menos bien que debían” (OCC, I, 915).
Comienza pues, su Apología, con la voluntad de clarificar la doctrina de la que, con el tiempo fuera proclamada santa y Doctora Universal de la Iglesia, y que en estos momentos primeros de la difusión de su obra se halla bajo la sombra de la sospecha de heterodoxia. No debemos olvidar que, ya en el primer texto de presentación a la edición de algunas de sus obras, Luis de León se había esmerado, como hemos visto, en defender a Teresa de Jesús como modelo a tener en cuenta por lo que hace a su plena comunión doctrinal con la Iglesia, procurando, en buena medida, mostrarnos una figura ejemplar de santidad típicamente tridentina, alejado, por tanto, de los excesos hagiográficos que eran tan comunes hasta el momento del Concilio y que él, en tanto que discípulo de Melchor Cano, pudo conocer de primera mano…
[Jaume Garau en Fray Luis de León, apologeta de Teresa de Jesús en sus paratextos para “CAURIENSIA”, Vol. XVI (2021) 87-108, ISSN: 1886-4945 – EISSN: 2340-425]
4) De la vida, muerte, virtudes y milagros de la Santa Madre Teresa de Jesús
La hagiografía no goza que digamos de muy buena prensa […] Pero no siempre es así. Como señala la autora del estudio introductorio, antes de pasar al terreno desde el que trata el texto, el filológico de su especialidad, fray Luis acometió tal empresa con espíritu similar a aquel con que se embarcó en la edición de las obras de Teresa: tratando de separar lo auténtico de lo atribuido y desfigurado. Y si entonces los autógrafos le sirvieron para delimitar el núcleo de la palabra de la santa, ahora era ésta, ya publicada, la que cumplía similar función para poner en claro la verdad de su vida.
[José Manuel Díaz Martín en su reseña: León, Luis de, De la vida, muerte, virtudes y milagros de la santa madre Teresa de Jesús. Edición y estudio al cuidado de María Jesús Mancho, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2015, 135 pp.].
5) Traducciones
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La traducción de obras clásicas griegas al latín, y de obras griegas y latinas a las lenguas romances era una actividad central del programa de formación literaria y crítica de la educación humanista. En este ejercicio se aprendía el repertorio básico de los recursos expresivos de la literatura grecolatina y se aprendía a buscar equivalencias en la lengua a la que se vertía un texto original. [En] el entorno poético de Fray Luis, que el ejercicio de la traducción constituía una práctica fundamental para la recuperación de la cultura clásica y que nuestros humanistas se convirtieron así en intermediarios entre la tradición grecolatina y las nuevas literaturas en lenguas romances. Fray Luis, el Brócense y sus amigos de Salamanca, se abocaron, pues, a esta actividad de la interpretación en el esfuerzo por comprender la literatura clásica. Sin embargo, generaron, paradójicamente, lecturas comprometidas de los clásicos, en tanto estas lecturas los definían en su propia historicidad. En otras palabras, en estas versiones de los autores profanos, el lector actual puede descubrir el proceso de reconstrucción de géneros y formas, temas y motivos de la literatura grecolatina, que nuestros humanistas emprendieron a partir de sus presupuestos ideológicos, creando una cultura humanística diferente, en muchas dimensiones, de las culturas clásicas.
[Texto de Lía Schwartz Fray Luis y las traducciones de los clásicos: La elegia II.iii de Tibulo. https://www.cervantesvirtual.com/obra/fray-luis-de-leon-y-las-traducciones-de-los-clasicos-la-elegia-iiiii-de-tibulo/]
6) La perfecta casada
La obra escrita por el agustino Fray Luis de León, fue el tratado de educación femenina de mayor difusión. La perfecta casada, se redactó y dedicó por este religioso a Doña María Varela de Osorio, como regalo de bodas, para guiarla en su vida matrimonial. Esta epístola moral se publicó por vez primera en 1583, gozando de una gran fortuna desde su origen, por lo que su autor la revisó haciendo algunas correcciones y ampliaciones sobre el original.
El propio teólogo quiso dejar clara la autoridad que podía tener en esta materia y, por ello, en el prólogo del libro tercero De los nombres de Cristo hace alguna observación para atajar las críticas que le podían venir por tratar un tema que no era propio del conocimiento de un religioso:
«Resta decir algo a los que dicen que no fue de mi cualidad ni de mi hábito escribir del oficio de la casada; que no lo dijeran, si consideraran primero que es oficio del sabio antes que hable mirar bien lo que dice [...] y que yo en aquel libro lo que hago solamente es poner las mismas palabras que Dios escribe, y declarar lo que por ellas les dice».
[Torremocha Hernández, M. (2016). «La Perfecta Casada»: del modelo a las representaciones. La biografía de Francisca Zorrilla, escrita por su marido. Studia Historica: Historia Moderna, 38(1), 223–254. https://doi.org/10.14201/shhmo2016381223254]