Cantar de Mio Cid
Anónimo, Cantar de Mio Cid
Prosificación de Alfonso Reyes
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Formato PDF con la prosificación de Alfonso Reyes.
El Cid representado en la toma de Valencia
Foto: Cordon Press
Recuperada de: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/mercenario-convertido-leyenda_14493
1) Introducción y argumento
El Cantar de Mio Cid narra las aventuras y hazañas heroicas del Cid, personaje inspirado por, pero que no es exactamente, la figura histórica del Cid Campeador, Rodrigo Díaz de Vivar. En un estilo de gesta juglaresca, el Cantar comienza con el destierro y deshonor del Cid de Castilla, acusado falsamente de quedarse con las parias que el rey Alfonso (VI) le mandó a cobrar al rey moro de Sevilla.
La historia, desarrollada en tres cantares, tiene como trama principal la pérdida, recuperación y engrandecimiento del honor del Cid, y, a partir de esta trama, desarrolla otros dos conflictos: las bodas de las hijas del Cid y la afrenta de Corpes (de las que tratan los cantos segundo y tercero, respectivamente). En el primer cantar, tras su destierro de Castilla por parte del rey, el Cid se encuentra con dos dificultades, una por su familia y la otra por sus fieles seguidores. Antes de dejar Castilla, el Cid encomienda a su esposa e hijas en un convento, despidiéndose de ellas y orando por las bodas de sus hijas y el reencuentro familiar. Por otro lado, al salir de Castilla tiene el problema de cómo sostendrá la vida de aquellos que lo acompañan en su destierro. Así, conquistando territorios turcos, comienza poco a poco a conseguir riquezas —que manda a su rey, Alfonso VI— y a recuperar su honor, hasta que conquista Barcelona y prende, como prisionero, al conde, pero lo libera para ganarse su favor.
El segundo canto comienza con el Cid enfrentándose y venciendo al rey Moro de Valencia, estableciendo y afianzando, tras su victoria, el cristianismo en esta región. Así, con Valencia conquistada, manda a traer a sus hijas y esposa del convento de Castilla a este nuevo territorio, reuniéndose por fin con su familia. Tras esto, dos nobles jóvenes —nobles por ley, mas no por virtud— llamados “los infantes de Carrión” piden al Cid las manos de sus hijas en matrimonio, pues buscaban enriquecerse después de ver los regalos que nuestro héroe mandaba al rey de Castilla. Para finalizar esta segunda parte, el Cid acepta las bodas de sus hijas con los infantes de Carrión, es perdonado por el rey de Castilla y el mismo Alfonso VI celebra las bodas en Valencia.
Así, el tercer cantar comienza con el Cid yendo a una batalla con el rey Búcar de Marruecos, acompañado de sus yernos, los cuales hacen muestras de gran cobardía durante la batalla. Aun así, el Cid sale victorioso de tal enfrentamiento y, en su celebración —que comparte con los infantes de Carrión—, se ve cómo el Cid ha llegado a la cúspide de su gloria, habiendo pasado de un pobre desterrado a un caballero reconocido, temido, rico y poderoso. Pero sus yernos, creyendo que el Cid se burlaba de su cobardía, se llevan a sus esposas, las hijas del Cid, a Corpes, donde las golpean y azotan cruelmente.
El Cid, furioso e indignado, pide al rey Alfonso, quien celebró bajo su jurisdicción las bodas de las hijas del Cid, que haga justicia y termine los matrimonios. Pero, además, el Cid reta a los infantes, los acusa de traidores y, durante esta afrenta, un mensajero llega pidiendo, de parte de los reinos de Navarra y Aragón, las manos de las hijas del Cid, haciéndolas reinas tras las segundas nupcias. Así, la historia que comienza con el destierro y deshonor del Cid, termina no sólo con el poder, honor y reconocimiento de nuestro héroe, sino con sus hijas como reinas, recuperando, así, no sólo su honor, sino el de su familia.
2) Peculiaridades y detalles del poema del Cid
El Cantar de Mio Cid no es solamente el documento literario más antiguo del que se tiene registro en lengua española, sino que también está lleno de peculiaridades en su género —el cantar de gesta— y de detalles que nos revelan la riqueza cultural y parte de la vida cotidiana de la península ibérica en el siglo XI.
[Texto propio]
Hay estudios muy conocidos que exponen las constantes que presentan estas obras: el enfrentamiento con un enemigo externo que porta una identidad distinta, seguido de un enfrentamiento en el interior del bando de los que comparten una identidad. Un héroe que se destaca, con luz propia, y que posee un cuerpo de virtudes tanto morales como guerreras (y en ocasiones políticas). Formalmente son producciones en verso; en general, en un lenguaje arcaico…
Sin embargo, en el Cantar de Mio Cid, hay una serie de elementos algo extraños, que son los que más han llamado la atención de la crítica: ¿Qué ocurre con esos elementos? ¿Podemos saber de dónde vienen? Y, sobre todo, ¿por qué están ahí? Es pertinente que nos hagamos estas preguntas, pero sin dejar de preguntarnos, al mismo tiempo, si estos elementos llamaban, del mismo modo, la atención de los lectores o auditores medievales.
Hemos recogido algunas de las cuestiones que han atraído la atención de la crítica: 1) las mujeres, además de ser personajes positivos, ocupan un lugar de importancia en la historia; 2) el buen humor constante de Rodrigo; 3) la mesura del héroe (un tópico en la reflexión crítica); 4) el héroe entrado en años, y 5) la apelación constante a lo material.
En relación con los tres primeros elementos (las mujeres, el buen humor y la mesura), sin desechar otras posibles explicaciones, creemos que los tres proceden de un mismo lugar, de otro género (o código) más o menos contemporáneo del Cantar, en boga en ese momento, del que son parte constitutiva. Estas tres cuestiones, que no son sino tres modos de apartarse del camino por el que regularmente transitaba un cantar épico están estrechamente relacionadas entre sí, y se vinculan, en mayor o menor grado, por cumplimiento o violación, al código literario de la Cortesía.
Aunque las mujeres no tienen un rol proactivo en la trama, adquieren, sin embargo, un lugar de muchísima importancia si se compara el Cantar con otras obras similares. En el caso paradigmático de la Chanson de Roland, al menos en la versión de Oxford, la aparición de mujeres es, en general, referencial y secundaria. Por ejemplo, Alda, la novia de Roldán, emerge en una mención que hace su hermano Oliveros, y luego muere de pena por la noticia de la muerte de su amado en su segunda y última aparición. [7] En la vida de Alejandro, relatada en el Libro de Alexandre castellano, hay una mujer vinculada al héroe con un rol preponderante, pero ese rol es extratextual, porque no lo ejerce en la historia que relata el poema. Talestris se acerca a Alejandro con la única finalidad de gestar un hijo; y a pesar de que su condición de guerrera es indiscutible, sus actividades bélicas no se narran en el texto. En el Poema de Fernán Gonçález, la infanta doña Sancha se destaca en una escena que sigue de cerca los estereotipos de la fin' amors, y si bien se ve en ella una iniciativa vinculada a la acción, su protagonismo se contiene en los límites de ciertos episodios. [8] Esta peculiaridad del Cantar ha derivado en una incertidumbre en la crítica: ¿por qué la venganza de los enemigos se ejecuta sobre las hijas y no sobre el héroe, como sucedía regularmente en este tipo de obras?…
[Texto de Érica Janin. La construcción contradictoria del Cantar de Mio Cid, un producto de la apelación a modelos de diferentes géneros literarios, para “Cuadernos de Historia de España”, núm. 90, pp. 95-116, 2023. https://www.redalyc.org/journal/3796/379677866004/html/]
En efecto, y pese al realismo que vertebra a todo el cantar cidiano, es posible encontrar algunos pasajes que, en realidad, poseen rasgos extraordinarios, maravillosos,… incluso sobrenaturales…
1. UN MENSAJE SOBRENATURAL DE LOS GRANDES ÉXITOS QUE OBTENDRÁ EL HÉROE.
El Cid recibe un mensaje que llega desde el Cielo, lo cual no es extraño si se tiene en cuenta que el CMC insiste a lo largo de sus versos en cómo Dios ayudaba al Campeador (vv. 831, 1096, 1158, 1298, 1697, 1740, 1750-1751, 2045). Mas, antes de que se reciba ninguna señal divina, se producen dos invocaciones religiosas que piden ayuda para el Campeador. La niña burgalesa de nueve años, figura deliciosa por su contraste con el patetismo del inicio del destierro, desea lo mejor para el Campeador y, pese al peligro que supone para los burgaleses la presencia del Cid en su ciudad, pide al Sumo Hacedor que le ayude […]. Y el Cielo responde. Acontece en la famosa aparición de San Gabriel, quien consuela al Cid y, además, le profetiza que toda su andadura estará marcada por el éxito…
Ese sueño del Campeador tiene una función concreta, esto es, revelar al Cid que todo le irá bien. Importante embajada, sin duda, de ahí que se produzca mediante la intervención de San Gabriel, gran mensajero no sólo por ser el embajador de Dios en la Anunciación, sino también el que se manifestaba a Carlomagno en la Chanson de Roland. De mantener las teorías de investigadores como De Chasca, haciendo de la aparición un mero efecto onírico, la escena se torna absurda: aquel mensaje no tendría la más mínima relevancia, pues podría ser un simple producto de la mente del Campeador, al igual que el resto de los mensajes sobrenaturales en sueños que se citan en los textos antiguos…
2. EL BRILLO DE LOS ACEROS
el brillo refulgente de estas espadas tal y como se describe en los vv. 3175-3179 y vv. 3648-3649 del CMC se corresponde con el de otras espadas maravillosas medievales10 , como pueden ser Excalibur (según se narra en el Breudwyt Rhonabwy y la Histoire de Merlin) o Marmiadoise (Histoire de Merlin)…
Estos paralelismos apuntaban, junto con otros elementos tales como la presencia de oro en las espadas, a que Colada y Tizón sí contenían cierta naturaleza maravillosa, al igual que sus hermanas europeas, aunque sin ser tan extraordinarias como éstas, pues la mesura del Cantar afecta a la caracterización de las espadas. No es extraño considerar la presencia de este brillo como un signo identificador de los aceros excepcionales, pues existe una importante variedad de espadas maravillosas, entre ellas las refulgentes, en la literatura europea medieval…
3. LA ESCENA DEL LEÓN
De nuevo, el término «maravilla» obliga a estudiar este pasaje con detenimiento. Habitualmente, esta escena ha sido analizada desde unas perspectivas más o menos recurrentes: el simbolismo del león, las fuentes literarias del pasaje, o cómo funciona la aventura para mostrar la cobardía de los Infantes de Carrión. Pero, como podrá apreciarse, he suprimido de la cita el apartado referido a Diego y Fernando González. Esto se debe a que no serán objeto de mi estudio y su inclusión podría desviar la atención hacia aspectos que aquí no interesan.
Los hombres del Cid no se sorprenden por el contraste entre la cobardía de los infantes y ese Cid magnífico ante el que se inclina el león. Sin infantes, el asombro sería el mismo, pues en esos momentos nadie se ocupaba de Diego y Fernando: la mesnada, asustada, había acudido rápidamente a proteger al Campeador pues, como bien explicaron al Cid, «¡Ya señor ondrado, rebata nos dio el león!» (v. 2295). Aunque los soldados no pensaron en abandonar a su señor en ningún momento, no cabe duda de que el susto debió de ser morrocotudo.
Quizá sea esta escena, junto a la del ángel san Gabriel, la que más rasgos extraordinarios acapara. Observando toda la escena con atención, se observa que es enormemente dinámica, llena de movimiento, de idas y venidas, donde los infantes huyen del león y las mesnadas también se apartan del animal pero no para protegerse, sino para rodear al Cid y defenderle si fuese menester. En todos los casos, una idea ronda la mente de los personajes: protección, sea propia o la de su señor. Sólo hay un hombre que desprecia la protección, sólo hay uno que se desplaza en dirección a la fiera. En efecto, Rodrigo es el único que, frente al resto de hombres, encara al león. Ya en este punto, su valentía es claramente superior a la de quienes presenciaban la escena in situ…
[Texto de Alfonso Boix Jovani, Aspectos maravillosos en el Cantar de Mio Cid, para Boletín de Literatura Oral. No. 2, 2012. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4706692]
3) Mapas y multimedios
Mapas de la edición de Galaxia Gutemberg