José Ortega y Gasset

José Ortega y Gasset, un Imán de horizontes

Vida

Ortega nace en 1883 en el seno de una familia de la alta burguesía ilustrada madrileña. Cursa estudios en el Colegio de Miraflores de El Palo (Málaga), Universidad de Deusto, y Universidad Central de Madrid. Pero fueron determinantes para su formación los tres viajes a Alemania que realizó en 1905, 1907 y 1911. Es allí donde estudia el idealismo, que será la base de su primer proyecto de regeneración ética y social de España. En 1908 es nombrado catedrático de Psicología, Lógica y Ética de la Escuela Superior de Magisterio de Madrid, y en 1910 catedrático de Metafísica de la Universidad Central de Madrid. Especialmente decisivo es 1914, año de inicio de la Primera Gran Guerra, que ve como una quiebra de los ideales ilustrados.

[Texto José Ortega y Gasset, Fundación Ortega y Marañón. https://ortegaygasset.edu/legados/jose-ortega-y-gasset/]

Educado en el idealismo neokantiano alemán durante sus tres viajes juveniles a Alemania entre 1905 y 1911 (Leipzig, Berlín y Marburgo), Ortega conoce en sus fuentes el pensamiento clásico grecolatino y medieval, las corrientes filosóficas de la modernidad (Descartes, Leibniz, Kant y Hegel, entre otros) y las ideas que estaban fraguándose en su época, como las filosofías de la vida de Wilhelm Dilthey, Henri Bergson y Max Scheler, la fenomenología de Edmund Husserl y el existencialismo de Martin Heidegger. Con este bagaje, desarrolló una filosofía original de la razón vital e histórica, que toma como fundamento el hecho de que la vida humana de cada cual es la realidad en la que radican el resto de realidades y, por tanto, el punto de partida de toda filosofía. El raciovitalismo orteguiano entronca críticamente con la tradición española, desde las fuentes literarias y artísticas como El Quijote hasta el krausismo de la Institución Libre de Enseñanza y el pensamiento de Unamuno.

Ortega fue, como dijo de él su discípulo Fernando Vela, un “acontecimiento”, porque no era sólo un profesor al que se podía escuchar en sus clases de Metafísica de la Universidad Central o un escritor al que se podía leer en la prensa y en sus libros tratando los temas más diversos, sino que fue además un emprendedor cultural capaz de promover multitud de iniciativas, un pensador creador de una nueva metafísica y un intelectual atento al debate público. Juan Ramón Jiménez, con esa finura que caracteriza a los poetas, le llamó “imán de horizontes”, y así fue, porque Ortega no sólo creó escuela, la llamada Escuela de Madrid, sino que fue capaz de integrar en su ambiente lo mejor de la cultura española de la “Edad de plata”.

[Texto José Ortega y Gasset. Filósofo, intelectual, ensayista, profesor, periodista, político y emprendedor cultural. https://ortegaygasset.edu/wp-content/uploads/2020/09/Biograf%C3%ADa-de-Jos%C3%A9-Ortega-y-Gasset.pdf]

Pensamiento

Un rasgo importante que determinó el carácter específico de la filosofía de Ortega consiste en su apertura a las problemáticas de su tiempo, el contacto vivo con el devenir de la realidad, cuyo heraldo y mensajero siempre aspiraba a ser. La propensión al presente, el desafío al orden permanente de las cosas, el rechazo del prurito metafísico de la razón pura para llevar al sistema hasta su fin lógico y el dominar la fluidez y la incompletude de la realidad por medio de construcciones abstractas hizo al filósofo español un adversario de cualquier encasillamiento en filosofía. Los estudiosos de su obra se preguntan: se puede encontrar en Ortega por lo menos un libro terminado, a pesar de que sus obras completas tienen una docena de tomos voluminosos. Según Julián Marías, uno de sus destacados alumnos, aquellos escritos que por su volumen podrían pensarse como libros no lo son por su estructura o están incompletos. Las reflexiones del Quijote incluye sólo un prólogo, la introducción y la primera parte, las dos últimas partes prometidas están ausentes. El tema de nuestro tiempo es la primera lección de un curso docente, complementado con anexos. La España invertebrada y La rebelión de las masas se quedaron inacabadas. En torno de Galileo y El hombre y la gente son extractos de los cursos para sus estudiantes, y son sólo una parte de lo que debía ser publicado (Marías, 1973, p. 85).

Al evaluar la obra de Ortega con criterios puramente formales, se puede destacar no solo el carácter inacabado de muchos de sus trabajos, sino también el carácter fragmentario y la ausencia de criterios claros que señalen el género a que pertenecen…

Lo específico del estilo ensayístico del pensador español indudablemente está vinculado con su actividad periodística. Lo que pasa es que Ortega durante muchos años colaboró con algunas revistas populares de España y América Latina y al principio de los años veinte del siglo pasado empezó a editar la Revista de Occidente. Los artículos de Ortega en las ediciones populares, generalmente se destacaron por su estilo elegante, rico en metáforas inesperadas y comparaciones finas, aunque no siempre libres de cierta retórica o del coqueteo con frases bellas. Pero las metáforas orteguianas no son solo un adorno del pensamiento filosófico, sino parte inherente al mismo ejercicio del pensar. Como señala Francisco José Martín, el mismo Ortega "insistió en la raigambre germánica de sus ideas, y cuando habla de sus fuentes fluyen de su boca (o de su pluma) los nombres de Cohen, Natorp, Kant, Brentano, Mach, Husserl, etc. Y, sin embargo, más allá de sus explícitas declaraciones, su escritura habla con una voz propia que escapa de las redes que Ortega teje cuando indica su filiación germánica; el estilo que imprime a la expresión de sus ideas, que es parte integrante de las mismas, su mismo modo de haber y ejercer la filosofía, su talante filosófico, revela su pertenencia o comunión con la tradición humanista" (Martín, 1999, p. 24)

[Texto de Mijail Malishev y Julián Herrera González. José Ortega y Gasset: La metafísica existencial de la vida, para “Letras Libres”. https://letraslibres.com/revista/vasconcelos-libros-aulas-artes/]

La rebelión de las masas

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La rebelión de las masas de Ortega y Gasset es la más difundida de las obras de pensamiento en la lengua española. Tal vez solo el Quijote y la poesía de García Lorca la superen en popularidad en el ámbito de las letras hispánicas. Como si cumpliera un destino irónico, un ensayo dirigido a criticar a las masas y su nuevo imperio alcanzaba un éxito masivo. Pero quizá solo fue un poco menos tergiversado y malentendido que leído. Su destinatario natural, o no comprendió, o no quiso tal vez sentirse aludido.

El ensayo apareció como una serie de artículos en el diario El Sol de Madrid entre el 24 de octubre de 1929 y el 10 de agosto de 1930 e inmediatamente después, con algunas modificaciones, como libro. Es el momento de madurez intelectual de su autor, en el apogeo de su influencia pública en España, y cuando aparecen en el horizonte europeo negros presagios con el auge de los totalitarismos, que conducirán al desastre de la gran guerra.

El libro es un ensayo de aplicación de su concepción aristocrática de la sociedad como articulada en una minoría selecta ejemplar y unas masas dóciles a la crisis europea de finales de los veinte. Tampoco cabe desdeñar como factor de incomprensión, no del todo desinteresada, la inteligente diatriba que contenía contra el fascismo y el comunismo, a los que consideraba, pese a sus diferencias y hostilidades, movimientos políticos afines, derivados del nuevo tipo de hombre (masa) emergente en Occidente y caracterizados por su apología de la acción directa y su hostilidad hacia la democracia y el liberalismo…

También hay que recordar que, para Ortega, el prototipo de hombre-masa no se encontraba en la clase trabajadora sino en los integrantes de las profesiones liberales, que proyectaban, no sin insolencia, la competencia de su especialidad sobre los demás ámbitos, en los que eran ignorantes. La «rebelión de las masas» y la «barbarie del especialismo» son inseparables…

[Texto de Ignacio Sánchez Cámara, José Ortega y Gasset: La rebelión de las masas. https://www.nuevarevista.net/jose-ortega-y-gasset-la-rebelion-de-las-masas/]

El libro se estructura alrededor de una intuición genial: ha terminado la primacía de las elites; las masas, liberadas de la sujeción de aquéllas, han irrumpido en la vida de manera determinante, provocando un trastorno profundo de los valores cívicos y culturales y de las maneras de comportamiento social.

El concepto de “masa” para Ortega no coincide para nada con el de clase social y se opone específicamente a la definición que hace de aquélla el marxismo. La “masa” a que Ortega se refiere abraza transversalmente a hombres y mujeres de distintas clases sociales, igualándolos en un ser colectivo en el que se han fundido, abdicando de su individualidad soberana para adquirir la de la colectividad, para ser nada más que una “parte de la tribu”. La masa, en el libro de Ortega, es un conjunto de individuos que se han desindividualizado, dejado de ser unidades humanas libres y pensantes, para disolverse en una colectividad que piensa y actúa por ellos, más por reflejos condicionados –emociones, instintos, pasiones– que por razones.

El libro es también una defensa precoz y sorprendente –en vísperas de la Segunda Guerra Mundial– de una Europa unida en la que las naciones del viejo continente, sin perder del todo sus tradiciones y sus culturas, se fundirán en una comunidad: “Europa será la ultranación.” Sólo en esta unión ve Ortega una posibilidad de salvación para una Europa que ha perdido la hegemonía histórica de que gozaba en el pasado –que ha entrado en decadencia– en tanto que, a sus costados, Rusia y los Estados Unidos parecen empeñados en tomar la delantera. Esta propuesta audaz de Ortega en favor de una Unión Europea que sólo medio siglo más tarde comenzaría a tomar forma es uno de los más admirables aciertos del libro y una prueba de la lucidez visionaria de que hizo gala a veces su autor.

El ensayo también postula otro principio liberal acendrado: parte de la declinación de Europa se debe al crecimiento desmesurado del Estado, que, en sus asfixiantes mallas burocráticas e intervencionistas, ha “yugulado” las iniciativas y la creatividad de los ciudadanos.

Con buen olfato, Ortega señala que uno de los efectos, en el campo de la cultura, de esta irrupción de las masas en la vida política y social será el abaratamiento y la vulgarización, en otras palabras, la sustitución del producto artístico genuino por su caricatura o versión estereotipada y mecánica, y por una marejada de mal gusto, chabacanería y estupidez. Ortega era elitista en lo relativo a la cultura, pero este elitismo no estaba reñido con sus convicciones democráticas, pues concernía a la creación de productos culturales y a su colocación en una exigente tabla de valores; en lo que se refiere a la difusión y consumo de los productos culturales, su postura era universalista y democrática: la cultura debía estar al alcance de todo el mundo…

[Texto de Mario Vargas Llosa Rescate liberal de Ortega y Gasset para “Letras Libres”; https://letraslibres.com/revista-espana/rescate-liberal-de-ortega-y-gasset/]

El hombre y la gente

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Esta es una de las obras inéditas de Ortega, y es la cristalización de su tan esperado libro sobre el hombre y la sociedad que había venido anunciando desde hacía mucho tiempo a través de su obra. El filóso­fo murió sin poder dar a este "mamotreto sociológico" la "postrera soba" de que nos habla en su prólogo a Ideas y Creencias, pero aún así El Hombre y la Gente llena el cometido que se trazó el autor a cabalidad, a saber. el buscar los elementos que son constitutivos de lo social.

En el ensayo que forma el primer capítulo de la obra "Ensimis­mamiento y Alteración" publicado por Ortega años antes, ya se mani­fiesta su inconformidad con las doctrinas sociológicas imperantes. Ninguno de estos sociólogos —ni aun el padre de todos ellos, Comte— ­habían definido con claridad lo que es un hecho social.

Pero antes de que podamos llegar ante el "hecho social", dice Ortega, tenemos que buscar la realidad radical-aquella más allá de la cual no podemos retroceder en nuestra búsqueda de lo verdaderamen­te real. Esta "realidad radical" es nuestra vida -la de cada cual…

Esa vida que no es disparada a quemarropa no nos es dada hecha, sino que tenemos que hacerla en nuestro cotidiano vivir a través de nuestras decisiones. La vida es quehacer somos y nos hacemos a nos­otros mismos. Vivir es vivir en circunstancia; en un ámbito que nos rodea pero que no lo hemos escogido nosotros, sino que nos es impuesto queramos que no. No nos hemos dado la vida a nosotros mismos, "sino que nos la encontramos precisamente cuando nos encontrarnos a nosotros mismos."

[Reseña de Manuel Maldonado Denis a El hombre y la gente en su publicación de 1958 en “Revista de Occidente”. https://revistas.upr.edu/index.php/rcs/article/view/9643/8014]

[L]a vida es primaria y estrictamente la de cada uno, es decir, personal, circunstancial, intransferible y responsable. Por ello advierte a continuación, dando un primer esbozo del problema que presentará lo social contemplado desde la vida, que “si más adelante nos encontramos con vida nuestra o de otros que no posea estos atributos, quiere decirse, sin duda ni atenuación, que no es vida humana en sentido propio y originario, esto es, vida en cuanto realidad radical, sino que será vida, y si se quiere vida humana en otro sentido, será otra clase de realidad distinta de aquélla y, además, secundaria, derivada, más o menos problemática” (p. 83)…

Después del análisis de la vida, el tema al que apuntamos va haciendo sentir su proximidad con esta irrupción del “otro” en nuestra circunstancia. El otro es el que nos responde, y esta respuesta se da siempre a través del “campo expresivo” que es el cuerpo. El otro viene a ser así “tú” y la relación con el otro, una relación “interindividual”. La respuesta interindividual del otro es una respuesta personal que aún tiene los atributos inherentes a la vida propia, a los que nos hemos referido más arriba…

[Texto de María Raza, “El hombre y la gente” de Ortega y Gasset. Texto completo aquí]