Miguel de Cervantes Saavedra
Tomo II: Obras “menores”
Miguel de Cervantes, El manco de Lepanto
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1) Obras “menores”
En este segundo tomo dedicado a Cervantes, la calificación de “menores” en sus obras puede sonar un poco chocante y, por tanto, es necesario hacer una aclaración. Ninguna obra de Cervantes es pequeña (aunque quizá Lope diría que sus poemas lo son), pero cualquier obra es menor frente al Quijote. Es sólo con referencia a sí mismo que el más grande y conocido autor de nuestra lengua puede ser visto como “menor”.
En este tomo presentamos al lector las Novelas ejemplares, una obra de teatro —El cerco de numancia— y los aclamados Entremeses cervantinos.
2) Novelas ejemplares
El género de referencia de la colección lo constituye la novela corta italiana, y en menor medida el cuento medieval. El relato corto alcanza en la Italia del siglo XVI un importante cultivo, y sus producciones serán traducidas con profusión a varios idiomas europeos, menudeando también en castellano […] A ese ambiente de remarcado interés por la narrativa italiana apunta Cervantes en el prólogo cuando afirma que él es el primero que ha novelado en lengua española; vindicación que vale por una directa filiación literaria de la colección –que sería, pues, una serie de novelle–, al tiempo que manifiesta su clara certidumbre de haber soslayado por vez primera el servil seguimiento de autores italianos.
[Texto de Jorge García López, Miguel de Cervantes y las “Novelas ejemplares” en la edición de la RAE (2011)]
Tres [etapas], cuando menos, pueden señalarse en sus Novelas. Una primitiva, en que su temperamento no alcanza aún el verdadero dominio del arte; en que la concepción de la novela hácese al modo italiano de Bandello, Cinthio, Straparola; historias trágicas a las que el adulterio, la concupiscencia o la avaricia sirven las más veces de fundamento y base para su enredo … Corresponden a este período Las dos doncellas, El amante liberal, La señora Cornelia; novelas sin gran trascendencia psicológica … Entre esta época y la tercera hay una intermedia, de transición, en que ya se vislumbra y atalaya el campo de la futura novela moderna: lo psicológico e íntimamente pasional … Y así La gitanilla y El curioso impertinente dan entrada al estudio psicológico, que en El celoso extremeño se desenvuelve y ahonda de manera prodigiosa. En su fase tercera, Cervantes rinde culto entero a la verdad real que impresionan las pupilas de sus ojos escrutadores: corre suelta su pluma por el oreado y fecundísimo campo del sano naturalismo … como en Rinconete y Cortadillo, El licenciado Vidriera o El coloquio de los perros…
{Agustín González de Amezúa a su edición de El casamiento engañoso y El coloquio de los perros (1912)]
3) El cerco de Numancia
El texto teatral El cerco de Numancia es una reconstrucción pseudohistórica de la batalla numantina, último combate de las Guerras Celtibéricas, ocurridas en los siglos III y II antes de Cristo. Esta gesta relata cómo, bajo el mando de Publio Cornelio Escipión, Roma, en su etapa republicana, sitió, conquistó y destruyó Numancia, población de la entonces Hispania, muy cercana a lo que hoy es la ciudad de Soria.
[Texto de Diego Falcony Travis, El Cerco de Numancia: Un esbozo encarnado de la corrupción a partir del drama cervantino para “ANAMORPHOSIS” – Revista Internacional de Direito e Literatura vol. 2, n. 2. doi:10.21119/anamps.22.389-410]
Compuesta en su primera época[2], la Numancia[3] representa la cumbre del teatro de Cervantes. “Se inscribe en la corriente seudoclásica de Bermúdez, Argensola o Virués, pero, a su vez, se nos ofrece como fruto de un pulso teatral mucho más firme, liberado en buena medida de los preceptos clásicos” (Sevilla Arroyo y Rey Hazas, 1987). La Numancia representa el destino fatal de un pueblo con tan sobrio patetismo que se hace acreedora de los elogios que siempre se le han tributado. Es una tragedia, quizá la primera en la dramaturgia occidental, que confiere honor y dignidad a la acción heroica de personajes humildes” (González Maestro, 2000), capaces de trabajar su propia honra y conseguir la fama mediante el suicidio colectivo.
[Juan B. Martínez Bennecker, LA NUMANCIA DE CERVANTES: POÉTICA DE LA DIGNIDAD. Revista de estudios filológicos, Nº25 Julio 2013 - ISSN 1577-6921]
4) Entremeses cervantinos
Son pequeños cuadros, algunos de exquisita factura, donde el espíritu eminentemente realista y español de Cervantes, ilumina con rápidos, pero potentes destellos, las donosas figuras de pleiteantes, malcasados, rufianes y valentones, pícaros y cofrades del hampa, rústicos maliciosos, retos soldados, enamorados sacristanes, porfiados demandaderos, damas del trato libre, embaucadores taimados, barberos guitarristas, esposos crédulos, y viejos ridículos, sazonando las descripciones con detalles de observación sagaz y con rasgos de intención profunda.
[E]s indiscutible que el entremés cumple a veces el fin que aquélla persigue, cuando no es sino una obra dramática «comprimida»… Pero en Cervantes conserva en gran parte su carácter original de paso, y basta para construirle una simple anécdota popular, como en El retablo de las maravillas, La cueva de Sala manca o El viejo celoso; una burla corriente, como en El vizcaíno fingido; una sencilla idea, como en El juez de los divorcios o en La guarda cuidadosa; un recuerdo de tipos conocidos o de escenas populares, como en El rufián viudo y en La elección de los alcaldes de Daganzo.
[Introducción de A. Bonilla y San Martín a los Entremeses publicados por la Asociación de la Librería de España]